miércoles, 23 de enero de 2013

EL EVANGELIO DE CONFUCIO

confucio
Lo oí y lo olvidé
Lo vi y lo entendí
Lo hice y lo aprendí

Confucio (s. IV a.d.c.)
El verdadero nombre de Confucio es K'ung-tsze, llamado también K'ung Fu-tze, término éste que puede traducirse por «el maestro K'ung». La latinización de «K'ungFu-tze» originó la palabra Confutius, que se ha convertido en Confucio. Nació Confucio el año 550 y murió, el año 478 antes de J. C.Fue un reformador de las costumbres, tanto públicas como privadas, y, a diferencia de otros reformadores, nunca se atribuyó carácter divino. Confucio fue en realidad un estadista que se propuso reformar las costumbres públicas a base de reformar las costumbres privadas; a diferencia de los políticos de todos los tiempos, no quiso engañar al pueblo prometiéndole una era de prosperidad con la instauración de un nuevo programa de gobierno, sino que reducía todo programa de bienestar colectivo a un previo mejoramiento individual. De ahí que Confucio haya aparecido como un reformador religioso y como un moralista, cuando en realidad es ante todo el expositor de un programa político. La China del tiempo de Confucio estaba al borde de la ruina; era una sexta parte de lo que es actualmente y parece no tenía más allá de quince millones de habitantes. China era un país feudal dividido en varios Estados, al frente de cada uno de los cuales había un señor perteneciente a la nobleza, el cual recibía la investidura del Rey, estando obligado a pagarle determinados tributos y a ayudarle con su ejército en caso necesario. Pero esos señores feudales habían adquirido tal poderío, que se habían emancipado de la tutela de la Corona, estando de hecho dividida China en tantos Estados independientes cuantos señores feudales había. El Rey era menos poderoso que muchos de esos señores vasallos suyos y no era sino un señor más. Antes de que China llegara a este período de anarquía, se había dado un período de formidable desarrollo intelectual, pero la referida anarquía feudal, que duró cinco siglos, habla arruinado a la nación y la había sumido en la mayor incultura. La China del tiempo de Confucio atravesaba el periodo que atravesó Europa durante la Edad Media, pero con la diferencia de que faltaba en China el fortísimo ideal religioso que alentó en Europa durante toda la Edad Media y que fue la principal fuerza que la sostuvo. Sin moralidad, sin cultura y sin ideales, China se hundía cada vez más en una terrible decadencia. Confucio se sintió patriota y emprendió la labor de salvar a su patria. Nació Confucio en el Estado de Lu, que forma parte de lo que hoy es la provincia de Shan-tung. Su padre, Shuh-liang Heil, era comandante del distrito de Tsow; era de una antigua estirpe real venida a menos y murió cuando Confucio tenía tres años. Confucio huérfano, vivió en un ambiente de estrechez rozando con la miseria y se vio obligado a trabajar como artesano. Se casó a los diecinueve años y tuvo un hijo y dos hijas, siguiendo en esa vida oscura de trabajo hasta los 22 años, en cuya época empezó a rodearse de algunos discípulos a quienes predicaba la recta conducta. Dos años después murió su madre, y, una vez hubo cumplido los treinta, empezó públicamente su predicación. Se cuenta que en esta primera época de su vida pública visitó al famoso filósofo Lao Tseu, quien formó muy pobre concepto de la capacidad de Confucio .Comenzó sus andanzas por el Estado de Ts`i.El marqués de Ts'i no supo cómo acogerlo, pues si bien iba ya precedido de un cierto prestigio de hombre de mérito, no era un hombre distinguido por su posición social; era algo más que un charlatán, pero no llegaba a ser un hombre respetable. Le señaló una pensión, pero se negó en redondo a tomarle como consejero en los asuntos públicos. Desalentado Confucio ante ese primer fracaso, renunció a la pensión y se retiró a proseguir privadamente sus estudios. Después de varias vicisitudes consiguió a los 52 años ingresar en la vida política y fue nombrado alcalde de la ciudad de Chung-tu, en cuya gestión obtuvo resonante éxito, hasta el punto de que fue nombrado después Ministro de Policía. En este nuevo cargo obtuvo éxitos todavía más resonantes que en el desempeño del cargo anterior, pues acabó con los crímenes, se hizo dueño de la situación, afianzó la autoridad del marqués de Lu y moralizó la administración en todos sus ramos. Pero el marqués del vecino Estado de Ts'i temió que la prosperidad del Estado de Lu constituyera a la larga un peligro para él y comenzó a hacer una sorda campaña en contra de Confucio hasta conseguir hacerle perder la confianza del marqués de Lu. Fue relevado de su cargo y anduvo errante por varios Estados vecinos. Así terminó la vida pública de Confucio. A los 69 años de edad volvió a Lu, donde se encontró con que un discípulo  suyo ejercía un importante cargo militar, pero no quiso meterse otra vez en los sinsabores de la política. Desengañado por la ingratitud de los hombres y melancólico por la muerte de su mujer y sus hijos, viéndose solo en el mundo y considerando fracasada la empresa patriótica que había constituido el ideal de toda su vida, Confucio llevó una vida retirada hasta que murió. Confucio llegó a tener hasta 3.000 discípulos, pero escasamente un centenar de ellos eran personas de valer y estaban identificados con el pensamiento de su maestro. No dejó nada escrito. El presente libro es el Lun Yii o Analectas, es decir, sermones y diálogos de Confucio, que están narrados por varios de sus discípulos. Los Analectas fueron traducidos primeramente por el misionero Rdo. Legge, y posteriormente por el Rdo. Jennings, quienes dieron a conocer en Europa las doctrinas de Confucio y contribuyeron poderosamente a que se disiparan una porción de prejuicios que contradichas doctrinas circulaban. En estos últimos años se han hecho otras traducciones, entre las que merece citarse la del señor Lionel Giles, de la cual se han tomado muchos datos en el presente volumen. Pedro Guirao

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