El doctor
Hua To fue un médico taoísta que vivió durante el siglo II. Se inspiró en las
principales cualidades motrices y el comportamiento del tigre, ciervo, oso,
mono y pájaro para crear, en base a sus conocimientos de Medicina Tradicional
China (MTC) y Qigong, una serie de ejercicios que, a través de la imitación de
estos animales, se correspondiesen y actuasen sobre cada uno de los cinco órganos
y, por tanto, sobre cada esfera funcional física, emocional y mental. Hoy en día
estos ejercicios son todo un clásico de la medicina preventiva china.
Desde
siempre los taoístas comprendieron gracias a la simple observación de lo que
sucedía en la naturaleza que el movimiento es una característica fundamental de
la vida. Observaban los ciclos del sol y de la luna, el suceder de las estaciones,
el crecimiento de las plantas, e identificaron en el reino animal algunas
cualidades motrices que destacaban en algunas especies. Todo en el universo es
una manifestación de energía polarizada y en movimiento que busca el equilibrio
en su dinamismo.
Al Doctor
Hua To se le atribuye un popular adagio: “agua que corre, no pudre”, y bien
sabemos todos que el agua estancada consigue destruir incluso los puentes. En
su biografía se recoge una interesante prescripción indicada a un discípulo
llamado Wu Pu: “Es importante hacer ejercicio físico diariamente pero de manera
moderada, no hay que excederse”. Un aspecto sorprendente a la vez que lógico de
la sociedad oriental es que los chinos pagaban una cuota al médico siempre y
cuando se mantuvieran en un estado saludable. En el momento que caían enfermos
dejaban de pagarle, dado que ya no podían trabajar. Por este motivo el estudio
sobre la prevención de enfermedades primó sobre el aspecto de curación y alcanzó
gran desarrollo, al contrario de lo sucedido en Occidente.
La MTC
analiza cada uno de los órganos del cuerpo humano desde una perspectiva
diferente de la medicina occidental. La razón principal es que la cultura
oriental interpreta el cuerpo y la mente como una sola unidad psicofísica. Cada
uno de los cinco órganos principales se identifica con uno de los cinco
movimientos o comportamientos básicos de energía denominados madera, fuego,
tierra, metal y agua. Recordemos que el ser humano es un microcosmos reflejo
del macrocosmos, por tanto también es energía polarizada que actúa siguiendo
los cinco patrones básicos. Los órganos principales, además de tener funciones
fisiológicas que regulan el organismo, albergan todo lo que en el ser humano
tiene su mismo comportamiento energético, sean emociones, facultades mentales,
niveles de conciencia o rasgos de personalidad. Así, los órganos se comprenden
como esferas funcionales físicas, emocionales y mentales, y cada uno de ellos
contribuye a modelar el carácter de la persona. La interactuación operante
entre todos los órganos revela la más compleja personalidad del individuo.
Cuando la
energía de un órgano sufre una disfunción surgen problemas de salud física,
emocional y mental. Las emociones negativas son producto de estos
desequilibrios funcionales. Así, por tratarse de una pareja de órganos a los
pulmones y riñones se les asocia también una pareja de emociones: la tristeza y
la melancolía, y el miedo y el terror respectivamente. Al bazo no se le asigna
una emoción, sino una facultad intelectiva. Este órgano, que se identifica con
el movimiento básico de la energía de la tierra, se sitúa en el centro y guarda
relación con la reflexión. El corazón se vincula con la euforia y el hígado con
la ira.
Como unidad
psicofísica que es el ser humano, todo lo que le acontece es evidentemente
psicosomático o somatopsíquico, no es posible separar estos dos campos. El
desequilibrio de una parte afecta a la entera unidad del sistema energético y
por eso la energía estará comprometida tanto en las manifestaciones orgánicas
como emocionales, suponiendo una crisis en la biografía de la persona. Se puede
estar hablando de psicosomática o de somatopsíquica, es lo mismo, no hay un
predominio establecido. Lo cierto es que en función de la historia de cada
persona y del tipo de patologías que presenta existe una mayor o menor
tendencia hacia las causas internas o las externas. El sistema mantiene un
cierto equilibrio y cuando éste se rompe aparece el trastorno, que repercute a
todos los niveles del individuo. Entonces es necesario comprender lo que está
ocurriendo desde el punto de vista psicosomático.
EL TIGRE
La cualidad
motriz más relevante del tigre es la fuerza tendínea y muscular. Cuando
identifica a su presa la mira con mucha concentración y camina sigilosamente
hacia ella. El felino demuestra un espíritu valiente y fiero. El ejercicio físico
del tigre activa el riñón, cuyo movimiento de energía es unificador y con
tendencia al descenso. Este órgano se identifica con el agua, caracterizada por
un comportamiento energético mínimo pero que encierra el máximo potencial.
A nivel físico
los riñones almacenan la esencia y controlan la reproducción, el crecimiento y
el desarrollo. Producen médula y sangre, controlan el tejido óseo y también se
relacionan con las glándulas suprarrenales.
Los riñones
emergen en los oídos. Su víscera asociada es la vejiga, que almacena la orina y
controla la excreción. A nivel psicosomático, el miedo paraliza y bloquea la
energía renal. Si éste es repentino provoca tal desajuste en la energía de la
vejiga que hace evacuarla inmediatamente. El miedo es un código biológico para
la supervivencia ante una amenaza o peligro, activa el mecanismo de la
autodefensa bien con una acción de huida o de ataque. Por tanto, al miedo se le
puede considerar como un excelente amigo que vela por la seguridad y que
solamente es negativo cuando se siente a raíz de situaciones de peligro
imaginarias. La demanda neurótica de cosas, el apego y aferramiento a lo
material, es una búsqueda de seguridad que encubre esta emoción.
A nivel
somatopsíquico, la energía renal equilibrada desarrolla con su comportamiento
unificador una gran confianza en las propias capacidades y favorece una
personalidad con gran fuerza de voluntad, como es el caso de personajes muy
activos que empujan siempre los asuntos hacia delante. Cuando se origina un
trastorno, la energía de los riñones baja y la persona siente pesadez en los
miembros inferiores a la vez que es presa del miedo y del pánico. Todas las
fobias, como el miedo a los espacios cerrados de la claustrofobia o a los
espacios abiertos de la agorafobia, tienen su origen en una disfunción energética
de este órgano. Cuando la energía renal es débil aparece la timidez y la
persona se asusta de todos y de todo. Los riñones son la casa de la intención y
la volición, así como de la libido o Zhi, que descendiende en caso de
desequilibrio energético.
EL CIERVO
El ciervo,
animal herbívoro, mantiene en todo momento un comportamiento tranquilo y
contemplativo, ladea el cuerpo con sencillez y facilidad para admirar el
paisaje. El ciervo se relaciona con el órgano del hígado y se identifica con el
movimiento básico de la madera, distinguido por un carácter energético
generador y elástico que crece hacia arriba. A nivel físico el hígado almacena
la sangre y regula la circulación y distribución uniforme del Qi. También
ejerce una función de control sobre el tejido tendíneo y sobre la uñas y emerge
en los ojos. Su pareja es la vesícula biliar, que almacena y excreta la bilis.
A nivel psicosomático se sabe que los frecuentes ataques de ira dañan al hígado,
que a su vez provoca una mayor tendencia a la irascibilidad. De ese modo se
establece una rueda sin fin de energía emocional destructiva que se auto perpetúa.
A nivel somatopsíquico
el equilibrio de la energía hepática remarca las cualidades de amabilidad y
bondad. Una carencia de la energía yin facilita que la energía yang del hígado
empiece a quemar como un incendio descontrolado, provocando ira y agresividad.
La energía yang asciende en pequeñas descargas que llegan hasta el corazón,
residencia del espíritu, y produce migrañas, dolor de cabeza, mareo y confusión
mental. Si la hiperfunción energética persiste se pueden generar piedras en la
vesícula biliar. Por otro lado, la carencia de energía yang acrecienta el yin
del hígado y esto se traduce en incapacidad para encolerizarse, lo que origina
una actitud ante la vida irónica, sarcástica y cínica. La irritabilidad no
manifestada se puede convertir también en frustración. El sujeto que expresa
una ira violenta y agresiva desencadena afán de venganza, resentimientos y
culpabilidad.
El
comportamiento energético generador del hígado cuando está equilibrado favorece
una personalidad con gusto por el crecimiento, entendido como trabajo de
superación o ambición sana. Aporta una clara perspectiva de futuro con gran
capacidad para planear y tomar decisiones. Como el hígado está relacionado con
la visión, favorece la memoria visual, la fantasía y la imaginación. Es el espíritu
de iniciativa, emprendedor y explorador. El hígado es la casa del alma, Hun,
nivel psíquico que desvía hacia el cuerpo los excesos de las emociones, es
decir, los somatiza, con la misión de proteger al corazón.
EL OSO
La
motricidad del oso cuando se yergue sobre sus dos patas sólo es torpe en
apariencia, pues esconde dos cualidades excepcionales como son la estabilidad y
el aplomo. Su espíritu es firme y seguro. El oso se relaciona con el bazo-páncreas
cuya energía estabilizadora se identifica con el movimiento básico de la
tierra. Se caracteriza por un comportamiento energético que sube y baja
uniformemente. A nivel físico, el bazo-páncreas se localiza justo en el centro
del tronco, regula la transformación y el transporte de la energía vital, y
además controla el tejido muscular. El bazo-páncreas emerge en la boca y se
asocia al estómago, que recibe y procesa los alimentos, así como a la glándula
timo. La energía ascendente del bazo-páncreas y la descendente del estómago,
confiere equilibrio energético a todo el sistema. A nivel psicosomático la
medicina occidental reconoce la conexión entre preocupación crónica y
trastornos estomacales tales como úlceras e indigestión.
A nivel
somatopsíquico, el equilibrio de la energía del bazo-páncreas alimenta las
virtudes de la compasión y empatía. El bazo páncreas es la casa del Intelecto,
Yi, donde reside el pensamiento lógico y la razón, la crítica constructiva, la
reflexión y la memoria. Así, vemos que no se encuentra asociado a ninguna emoción,
sino a aspectos intelectivos.
De hecho,
cuando sucede un desajuste energético y el bazo-páncreas está en vacío, se
desarrolla una excesiva preocupación y fijación persistente en algún problema
concreto, que mantiene a la mente ocupada de manera constante. Esto puede
volverse una actitud crónica que desemboca en la obsesión si el trastorno es
extremo. El desequilibrio acrecienta la intolerancia, el individuo se aísla y
no desea relacionarse. El desajuste energético priva al cuerpo de la energía
vital nutritiva, perjudica la digestión, provoca dolor abdominal y baja la
resistencia. La consecuencia de todo ello es fatiga y letargo.
Sin
embargo, cuando el comportamiento energético estabilizador del bazo-páncreas
está equilibrado predispone a tener una personalidad con sentido de la realidad,
con los pies en el suelo y una muy buena capacidad de adaptación al entorno. La
persona analiza, sintetiza y procesa todo tipo de conocimiento transformándolo
en experiencia, que utiliza para superar cualquier situación difícil que se
presenta en la vida.
EL MONO

Son muchas
las cualidades motrices que posee el mono que siempre está en activo. Es hábil,
flexible y rápido en todos sus movimientos, tiene una actitud atenta, alerta y
responde con prontitud ante cualquier estimulo. El mono se identifica con el órgano
del corazón, energía que se corresponde con el movimiento básico del fuego y se
caracteriza por un comportamiento energético radiante y expansivo que tiende a
propagarse con rapidez. La energía calienta y tiende a elevarse como las mismas
llamas del fuego. A nivel físico el corazón regula la sangre y controla los
vasos sanguíneos, emerge en la lengua y se asocia con el intestino delgado, que
separa lo puro de lo impuro. El pericardio protege al corazón y forma pareja
con el triple calentador, un órgano sin equivalencia en anatomía occidental y
con una labor puramente energética, dado que coordina la transformación y el
transporte de la energía del cuerpo y de los fluidos, además de regular la
función térmica de todo el organismo. A nivel psicosomático los estados de
agitación perjudican al corazón, por lo que éste tiene propensión a generar
todavía mayor euforia y crear un círculo vicioso que no tiene fin.
A nivel somatopsíquico
el equilibrio de la energía cardiaca induce a un estado de serenidad y
generosidad en el que uno sabe dar y recibir amor. Si el corazón sufre un
desequilibrio energético se origina un comportamiento de sobreexcitación,
euforia, agitación o alegría desmesurada. El humor se vuelve variable y va de
un extremo a otro, se pueden alcanzar estados de histeria y perder totalmente
el control. En un caso límite la persona llega a la pasión desmesurada, al
fanatismo y puede volverse influenciable. Además, surgen dificultades para
comunicarse de manera comprensible, se balbucea e incluso tartamudea. La energía
del corazón fluye más lenta y se congestiona, provocando irregularidades en el
ritmo cardiaco que se traducen en palpitaciones, taquicardia, nerviosismo e
insomnio.
Cuando está
equilibrado, el comportamiento energético expansivo del corazón favorece una
personalidad comunicativa, con claridad de ideas y gran facilidad de comprensión
y asimilación. El espíritu, Shen, habita en dos residencias, la frente y el
corazón. En la primera, el espíritu discierne los acontecimientos de la vida y
toma conciencia de ellos. En la segunda, equilibra todos los sentimientos y es
capaz de expresarlos con sinceridad. La ausencia de emociones no es una opción
acertada para mantenerse en equilibrio, ya que la frialdad e indiferencia son síntomas
de ausencia de Shen y, en cambio, su abundancia proporciona serenidad y
capacidad de dar y recibir amor.
LA GRULLA.
Desde
siempre el pájaro ha sido envidiado por el hombre debido a su capacidad de
volar, de moverse hacia cualquier dirección en el inmenso cielo, que
corresponde plenamente a la idea de libertad. El pájaro es ligero y grácil, sus
movimientos son armónicos y elegantes. La grulla, ave de espíritu sereno símbolo
de longevidad en China, se corresponde con los pulmones, cuyo comportamiento
energético se identifica con el movimiento básico del metal. Éste se
caracteriza por un tipo de condensación de la energía en la que las fuerzas que
enfrían se mueven hacia adentro, todo lo contrario de la energía expansiva del
elemento fuego.
A nivel físico
los pulmones regulan el Qi, la respiración y el tránsito de agua en el cuerpo,
y también controlan el tejido epidérmico. Los pulmones emergen en la nariz y su
órgano asociado es el intestino grueso, que absorbe lo puro y excreta lo
impuro. A nivel psicosomático, la respiración superficial y entrecortada que se
experimenta durante periodos de ansiedad intensa es un síntoma común conocido
tanto por lo médicos occidentales como por los orientales. A nivel somatopsíquico,
el equilibrio de la energía de los pulmones alimenta la integridad. De este
modo el comportamiento energético condensado de los pulmones predispone a una
personalidad que demuestra dignidad y honorabilidad, sabe juzgar con rigor y
ecuanimidad y tiene un gran sentido del deber y el sacrificio ejemplar.
Los
pulmones son la casa del Instinto, Po, el sentido que ayuda a detectar peligros
presintiendo lo que es bueno o malo, que gobierna la atracción o repulsión como
instinto de supervivencia e intuye las situaciones que están por suceder.
Cuando se origina un trastorno yin/yang, el Qi se congestiona, los pulmones se
dañan y se desajusta todo el aparato respiratorio. La circulación de la energía
altera la respiración y la inhibe, al mismo tiempo que baja la resistencia y
debilita el escudo de Qi Protector que rodea el cuerpo. Entonces aflora la
tristeza, la melancolía y el sufrimiento, el individuo pierde confianza en la
vida y afronta el futuro con pesimismo, vive desesperanzado, tiende al
aislamiento y a la soledad.
Como el
Doctor Hua To predicaba con el ejemplo, practicaba la serie de ejercicios de
imitación a los animales diariamente y sin excederse. Por este motivo vivió de
forma equilibrada hasta los 102 años, y su discípulo Wu Pu sólo vivió hasta los
90. Dicen que el Doctor Hua To llegó a ganar mucho dinero, pues sus pacientes
se encontraron en plena salud física, emocional y mental, y nunca dejaron de
pagarle.
Núria
Leonelli