lunes, 14 de julio de 2014
3 ejercicios para sentir el Dantian.
1. Bajar el corazón al dantian.
Nos colocamos de pie, con el cuerpo natural y relajado y los pies separados a la distancia de los hombros. La columna vertebral se yergue sin tensión y los brazos cuelgan sueltos. Respiramos con naturalidad.
Durante la inspiración, llevamos el aire y la energía hasta los pulmones y el dantian umbilical, mientras levantamos los brazos lateralmente hasta la altura de la cabeza. En la espiración, las dos manos se sitúan delante el pecho con las palmas hacia el suelo y van presionando lenta y gentilmente hasta delante del ombligo. Mientras, dejamos que el aire salga suavemente por la nariz o la boca. Con la intención imaginamos cómo la energía del corazón y de los pulmones desciende por el interior del cuerpo hasta el dantian abdominal, como si el propio corazón descendiese hasta el bajo abdomen. Repetimos un mínimo de nueve veces.
Atención: al inspirar no debemos imaginar que el corazón vuelve a ascender.
2. Unir los tres sentidos en el punto original.
En la misma postura que en el ejercicio anterior, se sitúa las manos ante el ombligo, como sosteniendo una esfera muy liviana. Con una mirada interna, fijamos la atención visual en el interior de la esfera, usamos los oídos para escuchar la esfera y la intención para sentir la esfera. Con la práctica, notaremos una agradable sensación de calidez y hormigueo en las manos. Debemos practicar muchos días hasta que esta sensación aparezca automáticamente. Sólo entonces podremos trasladar la esfera al interior de nuestro dantian abdominal, y practicar el mismo ejercicio de "mirar la esfera, escuchar la esfera, pensar en la esfera".
Este mismo ejercicio puede practicarse sentado en una silla, en el suelo con las piernas cruzadas, o bien tumbado. En pocas semanas puede aparecer una sensación distintiva de tibieza líquida dentro del dantian, y también fenómenos como presión, espasmos, pinchazos, sensación de peso
y solidez, etc. Dichas sensaciones son beneficiosas y no deben preocuparnos. Nuestro profesor nos ayudará a gestionarlas y a profundizar en la práctica.
3. Hacer rodar una esfera.
En la misma postura que en los anteriores ejercicios, sostenemos una esfera de unos 25-30 cm. de diámetro, esta vez delante del pecho. Tras dedicar unos minutos a "mirar la esfera, escuchar la esfera, pensar en la esfera", empezamos a hacerla girar verticalmente, de modo que las palmas de las manos van girando (una hacia arriba y la otra hacia abajo, una hacia delante y la otra hacia atrás) con lentitud y relajación, sin llevar ningún ritmo respiratorio concreto, girándolas 18 veces hacia el exterior y 18 hacia el interior.
Practicamos este ejercicio varias semanas hasta que aparezca una agradable sensación de calidez y hormigueo en las manos. Sólo entonces podremos pasar a la segunda fase del ejercicio, que consiste en imaginar que al girar la esfera que sostenemos en las manos, nuestro dantian abdominal también gira en la misma dirección y a la misma velocidad. Con el tiempo podremos sentir cómo dentro de nuestro abdomen, una pelota parece rodar al ritmo de nuestra energía.
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