domingo, 28 de septiembre de 2014

EL ENRAIZAMIENTO EN LA PRÁCTICA DEL CHI KUNG Y EL TAI CHI

EL ENRAIZAMIENTO EN LA PRÁCTICA DEL CHI KUNG Y EL TAI CHI

El enraizamiento vertical (cha gen), es una de las primeras etapas en la búsqueda del eje central, algo que continuamente sale a relucir en la práctica de las disciplinas que aparecen en el título de este artículo, y que consistiría en localizar los puntos de apoyo fundamentales de nuestro edificio corporal mediante la correcta plantación del pie. Como decía Lao-tsé: “Un viaje de mil kilómetros empieza por apoyar el pie en el suelo”.
El enraizamiento es tanto un trabajo óseo como energético. Es necesario ajustar con mucha precisión las piezas óseas que forman el pie. Los ejercicios que debemos realizar han de orientarse principalmente a centrar el arco plantar, para individualizar las distintas piezas, relajar el tobillo, hallar la movilidad del astrágalo y reforzar el calcáneo, uno de los huesos más estables y complejos del esqueleto. El reajuste del pie a través de la postura vertical estimula el chi que circula a lo largo de los veintiséis canales energéticos que terminan en él.
Como solemos recordar en nuestras clases de Tai chi, el pie actúa como una especie de ventosa que aspira el chi de la tierra, entrando a través de la llamada “fuente de la vida” o “manantial de burbujas”, -puerta energética situada en la planta del pie-, asciende por el tendón de Aquiles y se extiende por el resto de nuestro cuerpo. En los templos de la vieja China, los aspirantes a convertirse en maestros de los estilos internos tenían que superar una prueba en la que demostraban su fuerza de enraizamiento: se les empujaba vigorosamente intentando desplazarlos de su sitio. El que permanecieran inamovibles se atribuía al contacto de los pies con los chi de la tierra. Según cuenta la tradición del templo de Shaolin, el chi se podía llegar a sentir seis metros bajo tierra, de tal forma que el cuerpo se enraizaba en el suelo como si de un imán se tratase.El talón, plataforma del ser
El correcto apoyo del talón (ya zhong), es la base para la construcción del eje vertical. Mediante el ejercicio de la postura vertical, el practicante deja caer el peso del cuerpo en el borde del talón, apoyándose en dos puntos importantes para la circulación del chi, creando un estiramiento hacia el interior (posturas estáticas) y logrando una gran estabilidad.
En la tradición taoísta, el talón refleja la salud física y energética así como la estabilidad psicológica y emocional. Es la plataforma del ser. “Un hombre que tiene confianza en sí mismo sitúa la raíz del chi en los talones, un hombre descentrado respira por la garganta”, decía Chuang-tsé, discípulo de Lao-tsé (siglo IV a. C.).
Enraizarse no es sólo absorber el chi de la tierra también es aprender a ocupar el espacio, aprender a conocerse a sí mismo. Siguiendo con la filosofía taoísta, el contacto del pie con la tierra revela el contacto con la realidad y la capacidad de asumir responsabilidades. La solidez del pie se asocia a la confianza y a la claridad mental. Hasta que no hemos reajustado el talón y que éste repose sin tensión sobre el suelo, no tenemos capacidad de resolución o de acción. Una vieja expresión china dice: “Los problemas se me pegan a los talones”, como puede apreciarse, es indiscutible la correlación entre mente y cuerpo. Este es un sistema de pensamiento que establece paralelismos entre la dimensión física y la dimensión psicológica de la práctica corporal: el reajuste del pie, principio de la construcción de la verticalidad, es el punto de partida de toda transformación interior. Lao-tsé lo expresó así:
El árbol que puedes abrazar nace de una semilla minúscula.
Una torre de nueve plantas se asienta primero en el suelo.
Un viaje de mil kilómetros empieza por apoyar el pie en el suelo. ☯
José Antonio Vera de la Poza

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