sábado, 18 de octubre de 2014
Cuentos clásicos orientales. El Funámbulo
Habían desaparecido fondos de las arcas del estado y las sospechas recaían sobre dos ministros, uno anciano y otro joven. El rey no pudo encontrar la forma de saber cuál de los dos era el culpable. Entonces recurrió a un método bastante sui generis. Les dijo:
-Vamos a tender un alambre entre las cimas de dos colinas, y vais a cruzar sobre él. El que logre pasarlo será considerado inocente, y el que se precipite al vacío, culpable, y así ya recibirá el
castigo por su fechoría.
Se dispuso todo como el monarca quería y llegó el día de la prueba. El rey estaba acompañado por su séquito. Le tocó en primer lugar el turno al ministro más joven. Comenzó, titubeante, a caminar por el alambre y enseguida perdió el equilibrio y se precipitó en el abismo. Todos pensaron que la misma suerte, lógicamente, correría el anciano.
Muy concentrado, y con movimientos conscientes y pausados, el anciano se encaramó al cable. Lentamente fue cruzando por él, con elegancia, ante la enorme sorpresa de todos los presentes, que fue mayúscula al comprobar que el ministro conseguía pasar de una a otra colina y evitar precipitarse al vacío. Todos los presentes estallaron en vítores y aplausos. Por supuesto, el rey indultó a su
ministro, pero como tenía mucha curiosidad de saber cómo lo había conseguido, le hizo llamar.
-Amigo mío -dijo el monarca- has logrado un gran éxito en la dificilísima prueba. Pero dime, fiel ministro, ¿cómo lo has conseguido? El ministro contestó:
-Señor, no ha habido ningún secreto o misterio en ello. Ha sido muy simple: me he limitado a hacer,
sobre el alambre, lo que he hecho a lo largo de toda mi vida. Siempre he tratado de ser ecuánime y de no extremarme en mis juicios, palabras o comportamientos, y si alguna vez tendía a hacerlo, corregía. Lo mismo he hecho sobre el alambre: si me iba hacia un lado, corregía, que me iba hacia el otro, corregía, tratando de mantener el equilibrio. Ha sido muy fácil. He puesto en práctica la actitud que
toda mi vida me ha guiado.
Recopilado por Fidel Iglesias Quintero
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